sábado, 1 de marzo de 2008

Cuando llegue la luna

A Renata le dijeron hoy temprano que podría hablar con su papá cuando llegara la luna. Que el sol estaba arriba y pegaba fuerte, y que a medida que fueran bajando las revoluciones de los rayos se acercaría la hora. Ella miró al cielo y entendió que faltaba mucho. “Este febrero el sol se ha quedado incrustado como un quiste mañoso y el tiempo se pasa lento”, podría pensar, si no tuviera sólo dos años. Creo que algún día razonará así de agudo, porque es despierta Renata, se nota, a pesar de que la he visto unas pocas veces. Por ahora, sólo espera que lo de arriba se ponga oscuro y se aparezca la pelota blanca y redonda, para tirar besos directo a la cámara y al corazón de papi, gracias a las maravillas de Skype.