viernes, 24 de julio de 2009

Rosario

Llevas miles de orquillas en la cabeza y escribes hasta en las manos. Si te miran de afuera catalogas perfectamente para loca de patio. Caes parada en la definición, con tus ojos de dinamita y el rouge siempre escapándose de los bordes de la boca. Tienes el efecto de una granada: todos avanzan contigo dos pasos y retroceden tres, porque no saben cuándo se te va ocurrir explotar y hacer volar tus pedacitos de piel y vestido azul. Por eso también hay unos que se acercan tanto y juegan al unicornio, esperando el momento justo en el que empiezas a parpadear varias veces por segundo y a girar sobre ti misma. Porque locas serás, Rosario, pero verte convertida en remolino hundiéndote bajo la tierra es un espectáculo que todos aplauden, abiertamente o desde la trinchera.

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