Pasa en abril. Te encuentro una vez más y te miro desde el otro lado de la piscina. Tú observas el agua quieta como cristal, te reflejas y botas el último cigarro en el cenicero grande del costado. Y yo desde mi borde te sigo con los ojos y pienso que somos los mismos. Sólo nos hemos vestido de novedades, que nos contamos como primicias para aparentar que no nos conocemos lo suficiente.
2 comentarios:
Ahora, que facebook ha forzado encuentros que dejaron de ser furtuitos, estamos vestidos de sugerencias y pasados.
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