sábado, 31 de mayo de 2008

A media asta

Cristina se quejaba siempre de tus ojos a media asta. Que nunca los alzabas completos y que ella se debatía pensando si lo hacías por guardar los días de luto de rigor o porque simplemente no te atrevías a cruzarte con los suyos. Ahora que lo pienso, yo tampoco hubiera osado encontrarme con los dos azabaches fulminantes de Cristina sin aviso previo. Por eso cuando toca el tema y desvaría con lo que no fue como si hubiera sido trato de defenderte, y nos enfrascamos en la discusión ridícula de ponerle nota al amor que siento por ambos. Ella espera, déjame decírtelo, que su calificación sea mayor que la tuya, y yo suelo darle en el gusto de puro agotamiento tras millones de preguntas en tono de aseveraciones. Es en esos momentos cuando la lógica de tus dos azules llorones y cabizbajos me revienta en la cara y entiendo perfectamente tu partida sin despedida.

1 comentario:

M dijo...

a ver si con un comentario te reanimas y te pones algún post nuevo...